LA SOBERANÍA DE DIOS

Por: Licda. Betty de Herrera

La soberanía de Dios no es un tema de discusión, porque estamos convencidas que Dios es soberano, Él ejerce o posee la autoridad suprema sobre toda la creación, pues Él creó absolutamente todo lo que vemos o conocemos. Sin embargo, Dios, en su sabiduría, ejerce la soberanía de una manera totalmente diferente a como lo haría o podría pensar el hombre.

Soberanía significa autoridad sobre las cosas creadas, pero no significa control sobre las cosas creadas. Dios no creó al hombre para mantenerlo controlado, sino que lo creó para sojuzgar la tierra, para gobernarla, para llenarla y para multiplicarse, esto lo dice la Biblia en Génesis 1:28

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, es decir que le puso a todo hombre y mujer su sello de soberanía sobre él, porque Él nos hizo, Él nos creó. Sin embargo, tenemos que tener claro que Dios en Su soberanía no decide de antemano quién se salva y quién no se salva, porque entonces nos tendríamos que preguntar ¿para qué vino Jesucristo? ¿si Dios ya habría decidido que unas personas se iban a salvar y que otras no se salvarían?

Desde el momento en que Dios tomó la decisión de enviar a su único Hijo para salvar lo que se había perdido (Mateo 18:11 RV1960), nos muestra que las personas han tenido y tienen la posibilidad de tomar decisiones de no hacer lo bueno (Deuteronomio 30:19), pero también tienen la posibilidad de arrepentirse y empezar a hacer lo bueno.

Nosotras debemos saber que Dios nos dio a las mujeres y los hombres el libre albedrío, lo cual significa que todos tienen la posibilidad de creer en Cristo, seguirlo y así vivir conforme a los principios de la Palabra de Dios, pues esto nos permite una buena, perfecta y armoniosa convivencia entre todos los seres humanos. Estos principios de vivir en armonía los podemos conocer leyendo Deuteronomio 19:11-18, que los explica muy claramente.

Si creemos en que Dios tiene poder y es soberano, también debemos creer que Dios nos dio un libre albedrío y que no nos controla, sino que nos permite tomar decisiones. Por lo tanto, es el fruto de nuestras decisiones lo que a veces nos hace estar en condiciones difíciles o en condiciones favorables.

LA SOBERANÍA DE DIOS EN TODO TIEMPO

Cuando se nos presentan en la vida cosas que no son buenas o satisfactorias, o que no nos traen gozo, sino que nos afligen, nos hacen llorar o enojar, tenemos la confianza que la Biblia dice en Romanos 8:28 “que a los que aman a Dios, esto es a los que conforme a Su propósito son llamados”, es decir aquellos que ya hemos reconocido que necesitamos de Cristo para poder vivir; en estas personas toda obra para bien, aún aquellas cosas que pudieran parecer “malas”.

Es por la soberanía de Dios que, en medio de la angustia y la aflicción, sobrenaturalmente venga fortaleza de Dios a mi vida, la cual me auxilia para pasar por esos caminos difíciles, y que cuando yo veo hacia atrás puedo reconocer y decir: fuiste Tú Señor Él que me ayudó a pasar esto, porque sin duda yo no lo hubiera podido hacer solo.

Para finalizar, el tema de Soberanía no es tanto de lo que yo creo, sino de en quién creo y cómo me relaciono con Dios, en quien yo creo, un Dios creador y soberano sobre todas las cosas.


En su soberanía Dios no nos condena, sino que todos tenemos la oportunidad de arrepentirnos, porque el Espíritu Santo nos hace ver lo equivocados que estamos, y el Señor Jesucristo vino al mundo para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16-17


En su soberanía Dios no tiene predeterminado todo lo que ha de suceder, por eso no podemos nosotros quitarnos la responsabilidad de las decisiones que tomemos o dejemos de tomar. Las cosas que nos pasan a diario son el fruto de nuestras decisiones. Las cosas que están pasando con la naturaleza son porque nosotros los humanos nos hemos encargado de destruir el lugar en donde vivimos.

Dios es soberano, y en su inmenso amor hacia el hombre le dio la libertad de elegir, por eso dice en Deuteronomio 30:19 19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.

Yo puedo elegir y tomé la decisión de vivir obedeciendo, amando y sirviendo a Dios todopoderoso y soberano, ¿qué eliges tú?

Que Dios te bendiga.

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