ACERCARNOS A SU PRESENCIA
Dios ha extendido una invitación a toda la humanidad para acercarse a Su presencia. Él ha realizado una inversión formal en ti y en tu familia para que puedan acercarse a Él con confianza.
Podría surgir la pregunta: Con todas las responsabilidades diarias, ¿Cómo puedo encontrar la presencia de Dios? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo escuchar Su voz?
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” Salmos 46:10
A menudo tenemos tantas cosas que queremos decirle al Señor, que olvidamos la importancia de quedarnos en calma y tranquilas al acercarnos a Él.
Necesitamos recordar lo siguiente:
· Aprender a estar en calma y quietas. Un ejemplo lo encontramos en Habacuc, un profeta de Dios que se retiró a un lugar secreto para orar. Lee Habacuc 2:1.
El profeta Daniel dedicaba tiempo a buscar a Dios. Lee Daniel 6:10. Siguiendo el ejemplo de Jesús, Él oraba temprano por la mañana, cuando aún estaba oscuro, en un lugar solitario. Lee Marcos 1:35.
· Debemos aprender a guardar silencio. Estar en silencio ante Dios nos permite aquietar nuestro ser interno, así como todas las voces y pensamientos que pueden distraernos.
· Quietud es la falta de movimiento y ruido. Es simplemente desear estar en conexión con nuestro Creador. Nuestros ojos, pensamientos y sentimientos deben estar centrados en Él.
Este estado de quietud espiritual no puede ser apresurado ni forzado; debe fluir de manera suave y natural, permitiendo que en este momento de calma, Dios tome el control y podamos sentir Su presencia en nosotras.
· La oración como una conversación entre amigos. Es como sentarse con un ser querido, compartiendo lo que hay en tu corazón: tus alegrías, preocupaciones y sueños. Requiere solo honestidad y confianza.
Para terminar, acercarnos y permanecer en la presencia de Dios es un proceso activo donde elegimos buscarlo, dedicarle tiempo, rendirnos a Él y mantenernos cerca a pesar de las distracciones o los desafíos que enfrentamos.
“…Bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, y su bandera sobre mí fue amor.” Cantares 2:3-4
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