Por: Lcda. Eunice Sabaján de Calderón
El científico Alberth Einstein dijo: “La oscuridad no existe, la oscuridad es en realidad ausencia de la luz”.
Tenemos el valor de preguntarnos ¿Qué tipo de persona soy? Es entonces que estamos ante esa realidad que muchos no desean enfrentar. Además, hay que observar que se presenta una tendencia a compararnos con la persona que quisiéramos ser. ¿Por qué querer ser como otros? ¿Por qué no reconocer primero lo que somos? ¿Por qué temer a conocerse y valorarse?
En algunas ocasiones podremos notar que uno mismo es el juez más duro y la persona más difícil para concederse el perdón, que puede llegar a condenarse con crueldad sin tener el valor para enfrentar los problemas que causó.
Dios Todopoderoso sabe que somos imperfectas, que necesitamos ayuda aún para reconocer qué tipo de persona somos; pero para saber qué queremos ser, hay que saber qué tenemos dentro. La vida que el Creador nos otorga, contiene la luz del Espíritu Santo que nos distingue y nos hace ser únicas.
En Juan 8:12 encontramos las palabras del Señor Jesús, que nos dicen: “… Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
En este versículo se encierra una gran esperanza para nuestra oscuridad interna, que las tinieblas internas pueden transformarse en luz y esa luz es vida. Lee Juan 1:4
El conocimiento sobrenatural de Jesús
Las personas construyen justificaciones personales para evitar el rechazo, la vergüenza o los sentimientos de culpa, al aceptar su pecado. Estos laberintos mentales pueden llegar a ser tan complejos que pueden formar enredos de los que sería casi imposible salir sin causar daños colaterales, (indirectos).
Lee Gálatas 5:19. Dios nos extiende una invitación a salir de esto y a vivir en la luz de Jesús. El Señor tiene conocimiento de lo que hay en nuestro corazón, Él conoce todo.
El conocimiento sobrenatural de Cristo Jesús sobre lo que hay en los hombres sobrepasa cualquier justificación humana.
Libres para vivir en la luz.
La fórmula que nos lleva a la liberación de estas conductas destructivas comienza con un examen a conciencia y valor para reconocer los errores, también se necesita de sinceridad para aprender a ver la realidad sin justificaciones o pretextos.
Luego, confesar nuestra maldad a Dios nos traerá prosperidad. Proverbios 28:13 es una de las Escrituras que nos enseña que: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.
Después, permanecer en la Palabra de Dios nos llevará a conocer la verdad y entonces seremos libres. “…Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Juan 8:31 y 32.
Para terminar, El Creador nos extiende una invitación a través de Jesús, para escoger vivir en la luz y dejar las obras de la carne, las obras de las tinieblas. Juan 8:12 Hagamos esta oración: Señor, mi conciencia trata de decirme lo que he hecho mal y mi corazón trata de justificar por qué lo hice, pero ante ti solamente puedo pedir perdón por mis malas conductas. Quiero caminar en Tu luz, ayúdame a ser mejor cada día, ayúdame a permanecer en Tu Palabra. Hazme libre, en el Nombre de Jesús, lo suplico con humildad. Amén.

