CORRO, CAMINO O ME DETENGO

Por: Licda. Marilia de Valiente

1 Corintios 9:24-27 NVI: “¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero solo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan.25 Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener una corona que se echa a perder; nosotros, en cambio, por una que dura para siempre. 26Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. 27Mas bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede descalificado”.

El apóstol Pablo nos recuerda que todo esfuerzo tiene una recompensa, por eso hace referencia a que los corredores, en un estadio, se esfuerzan en su preparación física y mental para poder ganar el premio y llegar a la meta, y por esa razón lo relaciona con nuestra vida diaria.

Él nos anima a no detenernos, él tenía una sola cosa en mente, y por eso se abstendría de todo, para no quedar eliminado, ni descalificado en su llamado. Esta es una gran enseñanza para nosotras, porque al igual que el apóstol, nuestra vida en este mundo se convierte en una carrera, la cual también es testimonio para los que están a nuestro alrededor.

Corro, camino o me detengo.

Cada una de nosotras puede decidir: correr, caminar o detenerse, la elección es nuestra. Si decidimos en algún momento detenernos (por cualquier razón), es decir, dejar de hacer lo que entiendo que debo hacer por la voluntad y el propósito de Dios para mi vida, o dejar de obedecer lo que la Palabra de Dios establece, entonces debo estar consciente que mi vida se estancará.

Por el contrario, si decidimos continuar caminando o corriendo en el plan de Dios, la Biblia nos compara con un árbol que crece a la orilla de un río, éste permanece verde y dando fruto, refiriéndose a los resultados de nuestra vida espiritual. Por esa razón, nosotras debemos estar plantadas junto a corrientes de agua, y la única agua que nos alimenta, nos nutre y nos hace fuertes es la Palabra de Dios.

“Dichoso es quien no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los burladores, 2sino que en la Ley del Señor se deleita y día y noche medita en ella. 3Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan”. Salmos 1:1-3

Para terminar, cada día, desde que nos levantamos, iniciamos una nueva carrera, probablemente tendremos nuevos obstáculos, nuevos desafíos, pero no estamos solas.

Haz una nota con el siguiente versículo: Hebreos 10:23 “Mantengamos firme la profesión de nuestra fe sin vacilar, porque fiel es el que prometió”, y colócala en la puerta de tu refrigerador o en tu escritorio, o en el lugar donde consideres que la verás constantemente todos los días.

Ninguna circunstancia debe hacernos olvidar que Dios es fiel a Sus promesas y Él las cumplirá. Dios siga dando vigor a nuestra vida.

Dios te bendiga

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