NECESITADAS DE DIOS

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En nuestros días se habla mucho de “La doctrina de la prosperidad”, ésta no es bíblica, se basa en el siguiente pensamiento: “si estás bien espiritualmente Dios te dará abundancia económica”. Este es un pensamiento que se ha manejado desde tiempos muy antiguos y tristemente se sigue teniendo en nuestros días.
 
Por eso es necesario comprender que la necesidad que tenemos de Dios no es económica, la necesidad que tenemos de Dios va más allá y abarca todos los aspectos de nuestra vida, por esa necesidad es que Jesucristo vino a la Tierra y se tomó el tiempo de enseñar a todas las personas que le seguían.
 
Leamos Mateo 5:1-3 “Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.”
 
Si a los poderosos de ese tiempo les hubieran preguntado si ellos eran pobres en espíritu, seguramente se habrían indignado, porque su pensamiento se basaba en que: “quien tenía dinero no era pobre en espíritu”, y ellos estaban seguros que no necesitaban de nada ni de nadie puesto que, según ellos, ya contaban con el favor de Dios y por esa razón eran adinerados.
 
Al decir “pobres en espíritu”, se está refiriendo a aquella persona que reconoce su “debilidad espiritual”, por lo tanto, busca y depende totalmente de Dios y Su misericordia.
 
La versión de la Biblia Dios Habla Hoy, traduce el versículo así: “Dichosos los que tienen espíritu de pobres, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3
 
Estas personas entendían que en todo momento necesitaban la ayuda y la guianza de Dios, sin importar si tenían dinero o si no lo tenían, si eran pobres o si eran ricos, necesitaban de Dios porque no se consideraban autosuficientes.
 
Cuando a todas estas personas Jesucristo les llama pobres en espíritu también les ofrece El Reino de Dios que significa permitir que la Ley de Dios gobierne nuestra vida.
 
Había muchos que creían que por tener bienes y posesiones no necesitaban de nada ni de nadie. Pero había también muchos otros que sabían que necesitaban de Dios y a ellos Jesucristo les llamó pobres en espíritu y les ofreció el reino de los cielos que es vivir bajo Su Soberana Voluntad y siguiendo Sus mandamientos.
 
Vivir bajo los mandamientos y la voluntad de Dios significa que me aseguro del cuidado de Dios, la esperanza de Dios y la bendición de Dios, eso es lo que El Señor nos ofrece a aquellas que consideramos que no somos autosuficientes y que necesitamos siempre de El Señor.
 
Para Jesús los pobres de espíritu no eran los que les faltaba dinero, o los que no sabían leer ni escribir, sino es la gente que reconoce que necesita de Dios, de Jesucristo, de nuestro Salvador y Redentor, y que al reconocer esta necesidad Él nos traslada a vivir de una mejor manera.
 
Tanto la riqueza como la pobreza solamente son estados económicos de las personas, los cuales pueden cambiar en cualquier momento. Pero cuando nos declaramos pobres en espíritu, o en otras palabras necesitadas de la presencia y la guianza de Dios en nuestra vida eso nos cambia para siempre, pues nos convertimos en súbditos o ciudadanos del Reino de Dios.
 
La necesidad que como mujeres tenemos de Dios no es económica sino espiritual.
 
Una verdadera discípula de Jesucristo debe reconocerse a sí misma como necesitada de Dios y también debe enseñarles esta verdad a otras personas.
 
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