PROSPERIDAD

El tema de la prosperidad ha sido interpretado de diferentes formas y desde distintos puntos de vista, puesto que es un tema que se presta para darle diferentes interpretaciones:
- En algunas oportunidades dan una hiper esperanza de riqueza a las personas.
- En otras oportunidades, por el contrario, llaman “prosperidad” a la ausencia de algún bien material unida a la abundancia de la espiritualidad.
Pero ¿qué dice la Biblia que es la Prosperidad?
Compartimos el pensamiento de Agur, el autor de proverbios capítulo 30
Leamos los versículos 7-9
7 Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera:
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí;
No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario;
9 No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios.
De Agur, el autor de este capítulo, no se sabe mucho, excepto por lo que se dice de él en el versículo uno. Sin embargo su estilo, la forma en que escribe e interpreta los tiempos y la mente de la humanidad, nos ayuda a comprender que es necesario mantener el equilibrio, el balance, en la vida cotidiana del hombre.
La pobreza tiene que ver con la ausencia de bienes materiales, tal y como es enfocada en este pasaje, y obviamente, tampoco es el camino a la santidad, por el contrario, la mente del hombre puede llevarlo a cometer actos reñidos con la ley como el robo y lo peor puede llevarnos a renegar, a maldecir, a echar pestes contra Dios por el estado de pobreza.
La pobreza es un estado económico, que según este proverbio podría dañar nuestra relación con Dios, o que podría alejarnos de Dios, a menos que nosotros seamos personas prósperas.
Oigan bien: no dije personas ricas, sino que estoy hablando de personas prósperas.
Dios no quiere que seamos pobres, sino Dios quiere que seamos personas prósperas.
Proverbios 28:25 dice: “El altivo de ánimo suscita contiendas; Mas el que confía en Jehová prosperará.”
El apóstol Pablo nos enseña con su vida sobre pobreza y riqueza.
Filipenses 4:12-13 dice 12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 13Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Para Pablo la meta no era ser rico, ni tampoco la meta era ser pobre, para Pablo la meta de su vida era seguir a Cristo.
La vida no son los bienes, no es la abundancia y tampoco la escasez: la vida es Cristo.
La riqueza tampoco es prosperidad sino que es solamente riqueza y dice Agur lo que la riqueza podría provocar: No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
La riqueza no es mala, no es pecado, pues es Dios quién da la riqueza.
Pero la riqueza es un estado económico y no significa prosperidad. Solamente es abundancia de bienes materiales.
- Proverbios 22:1-2
“1 De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro. 2 El rico y el pobre se encuentran; A ambos los hizo Jehová.”
El problema no es la pobreza o la riqueza sino que el problema está en el corazón del hombre. Recordemos aquella parábola de Jesús y el Joven Rico. Lee Mateo 19:16-24
Es obvio que el problema no eran las posesiones sino lo que significaban para el joven rico esas posesiones.
Cada casa, cada carro, cada cuenta bancaria, cada negocio, cada una de las cosas que nosotras poseemos pueden llegar a ocupar un lugar equivocado en la vida del hombre y provocar que nos alejemos de Dios.
La prosperidad no está en la pobreza y tampoco en la riqueza, la prosperidad nace y se desarrolla en el corazón del hombre.
Finalmente Agur dice: Mantenme del pan necesario… esto es prosperidad.
En conclusión cuando yo comprendo que Dios prospera mi vida a través de su cuidado, de su provisión, de su redención, de su misericordia, de su fidelidad, etc. Cuando estoy agradecida con Dios por sostenerme en todo sentido, entonces es cuando puedo entender la prosperidad de Dios. Debo estar Agradecida con Dios por tener lo necesario para mi vida.
Ahora bien en cuanto a los bienes materiales, Dios es quien los provee y los distribuye de acuerdo a la capacidad de administrar que cada uno tiene.
Y cuando hablo de “capacidad” no me estoy refiriendo a la capacidad de aumentar y hacer crecer el capital, sino a la capacidad de tener y no olvidarme que Dios me lo dio. Mucho o poco, eso es discutible, pues lo que yo puedo considerar mucho, podría ser poco para otra persona.
La parte central que tenemos que entender es que el lugar de Dios lo ocupa únicamente Dios y eso es Prosperidad.
