EL PODER DE LA COMUNIÓN

En diferentes tiempos hemos visto que la Comunión es importante y necesaria para el desarrollo de nuestra vida, así que podemos preguntarnos ¿cómo está mi relación con mi familia? ¿En realidad tengo buenas y verdaderas amistades? El tener comunión implica que pasemos tiempo con las personas para llegarnos a conocer, para saber cómo pensamos, para conocer nuestras debilidades y fortalezas con el propósito de ayudarnos cuando lo necesitamos.

Nuestra primera intención de comunión debe ser con nuestro Dios el Padre, con Jesucristo y con el Espíritu Santo, esto significa que pasemos tiempo con Él, orando, leyendo Su Palabra y adorándolo por lo que Él es.

Al tener comunión con Dios, nos damos cuenta de que Él no nos creó para que viviéramos en forma aislada y solitaria, fuimos diseñadas para vivir en comunión, porque esa relación nos da vida, ánimo y fuerza.

Te compartimos algunos “Propósitos de Dios para vivir en comunión” y puedes estudiarlos detenidamente.

– Si somos dos es más fácil (Eclesiastés 4:9-12)
– En tiempos difíciles siempre hay un amigo (Proverbios 17:17)
– Convives con gente que te bendice (Proverbios 18:24)
– Cuentas con la presencia de personas que te alientan, te desafían, te exhortan a ser mejor persona. Bajo los principios de la Palabra de Dios. (Hebreos 10:24-25)
– Encuentras gente que te guía, y saca lo mejor de tu vida. (Proverbios 13:20)
– Tu fe se hace fuerte y no te sientes sola. (Hechos 2:42-47)

Analicemos si nuestro estilo de vida está reflejando este principio cristiano de la comunión, y demos los pasos necesarios para hacer realidad en nuestras reuniones la belleza de una relación plena tal como Salmos 133:1 dice: “¡No hay nada más bello ni más agradable que ver a los hermanos vivir juntos y en armonía!” (TLA)

¡Que tengas una excelente semana! no olvides compartir esta reflexión.

#LunesDeReflexión #NuevaMujer #UnaVozdeDiosParaTi

 

comunión-01-01

AVIVA EL FUEGO DEL ESPÍRITU

aviva el fuego

Este tema es muy importante, porque cuando recibimos a Jesucristo en nuestro corazón y experimentamos el nuevo nacimiento en Dios, la Biblia dice que el Espíritu de Dios viene a vivir en nosotras, dejamos de ser lo que éramos y entramos al proceso de ser lo que Dios anhela.

Entonces podemos decir, que el Espíritu de Dios establece Su morada, Su casa, en cada persona que lo ha reconocido como Su Señor.

                                                             1ª. Corintios 3:16

            “No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros”.

El fuego del Espíritu ¡es la presencia de Dios en nuestra vida!, el deseo, esa energía, esa pasión que siente y experimenta nuestra vida de compartir Su palabra, de entenderla y conocerla, el deseo de tener comunión, relación con la gente que también le conoce. Este mismo Espíritu, nos da la capacidad de conectarnos con el mundo espiritual, podemos ver la vida como debe ser, viendo la meta y teniendo esperanza en el resultado final dónde Dios nos espera.

¿Qué causa que perdamos ese fuego?
Descuido, pecado, frustración, soledad, enfermedad, presiones económicas y presiones familiares, con el paso del tiempo o las circunstancias que nos toca vivir, vamos perdiendo el paso, la entrega y la pasión que traíamos, pasan situaciones en medio de nosotras, en las que creemos que tenemos la razón y nos afectamos porque pensamos que las personas no nos comprenden, entonces, todo lo que sentíamos, el fuego, el amor que teníamos por la obra de Dios empieza a menguar y de esa misma manera, nosotras mismas nos sentimos conformes con hacer lo que tenemos que hacer, cumpliendo, según nosotras, nuestras responsabilidades con el Señor, si es que logramos hacer eso, existiendo también el riesgo de ponernos en pausa, nos detenemos sin razones aparentes.

Pero cómo recuperamos ese fuego del espíritu? Según el diccionario Avivar es hacer que algo arda; volver a dar vida, significa mantener encendido el fuego, no permitir que se apague. Aquí el apóstol Pablo anima a Timoteo a mantenerse y no dejar que su fuego se apague.


2ª. Timoteo 1:6 dice, “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.

Para recuperar el fuego del Espíritu de Dios, debemos conectarnos a la fuente original de poder, tener comunión con Dios en oración, alabanza, adoración, lectura y meditación de la Palabra, comunión con otras cristianas comprometidas con Dios, leer un buen libro, sobre algún tema que nos enseñe algo, que nos inspire y nos edifique.

Concluyendo, avivar el Fuego del Espíritu en nuestra vida debe ser un compromiso con nuestro Padre, nosotras no podemos funcionar, apagadas o desconectadas. Debemos buscar las herramientas y levantarnos del estado en que nos hemos dejado caer y cumplir así con el propósito de Dios para nuestra vida. Y si de alguna manera hemos dejado que el fuego del Espíritu de Dios se apague en nosotras, o se está debilitando, debemos avivarlo. También debo cuidar lo que miro, cuidar lo que oigo, lo que hago y no permitir que mi corazón se entristezca por ningún motivo.

#LUNESDEREFLEXION #NUEVAMUJER #SOYNUEVAMUJER

FIRMES EN LA FE

firmes en la fe2

Hay personas en el mundo que son sobrias en su forma de vivir, que son honradas, que buscan orientar bien su vida, a su familia, a sus hijos y desde su punto de vista tienen valores morales y espirituales, pues ellos se esfuerzan por conducirse de la manera correcta en la vida.

Muchas de estas personas también tienen fe, pero esta es “una fe centrada en sí misma”, en sus capacidades, en sus habilidades, en sus experiencias, o hasta en otras personas, de manera que puedan tener logros y éxito basados en esa fe.

1 Corintios 3:11  dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”


La venida de Jesucristo estableció una nueva fe centrada en Dios. Por lo tanto podemos ver que Él, Jesucristo, es superior a mí misma y a mi propia fe. Todo lo que soy capaz de hacer y todo lo que creo que puedo hacer debe estar basado en la Fe en Jesucristo, para que como mujer sea perfeccionada, afirmada, fortalecida y establecida en Su camino. Estando firme en la Fe en Jesucristo y en sus enseñanzas.

Muchas mujeres, por la manera en que hemos sido formadas, tenemos ideas equivocadas de la forma en que debemos actuar. Ciertamente algunas de estas ideas son buenas, pero como el corazón es engañoso, no queremos darnos cuenta que: gritamos, somos desordenadas, posiblemente mal educadas, imprudentes, enojadas, impulsivas, gastamos más de lo debido, mal pensadas, mal vestidas, orgullosas, rápidas para hablar mal de los demás, juzgadoras, sin gratitud en el corazón, insatisfechas, bebedoras de alcohol, con el vicio del cigarrillo y posiblemente también con problemas de drogas, etc.

Son hábitos se han ido formando en nosotras y se han quedado en nuestra vida y los seguimos practicamos, convenciéndonos que “así es y no hay otra manera de vivir o de actuar”, o que “es normal, si todas las mujeres lo hacen ¿por qué yo no?”

Estas malas prácticas de vida llevan a las personas a separarse de las leyes de Dios, aunque digamos que le amamos y le obedecemos. Todas nosotras en algún tiempo anduvimos sin Cristo, alejadas del Reino de Dios y totalmente ajenas a esas verdades, sin rumbo y sin Dios en el mundo.

Toda mujer necesita hacer un alto en la vida para meditar y así reflexionar si no está yendo por el camino equivocado.

¿Hacia dónde nos lleva este comportamiento?

Al dolor, al sufrimiento, al abandono, al divorcio, a la soledad, a la depresión, a sentirse infeliz, algunas veces a la muerte, a la amargura y la frustración. Lo doloroso de estas situaciones es ver como también los trasmitimos a nuestra familia, a las personas que nos rodean, de la misma manera que posiblemente nos los trasmitieron a nosotras, llenamos a las próximas generaciones de tantos males como lo hicieron con nosotras.

Es necesario rendir la vida a Jesucristo para que Él sea la Luz que nos guíe. La Palabra de Dios dice que debemos ser sobrios y velar; también dice que el Dios de toda gracia nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá. En Jesucristo todas las cosas son hechas nuevas y las que en un tiempo estábamos lejos, ahora hemos sido hechas cercanas por la sangre de Jesús en la cruz.

Lee 1ª. Pedro 1:13-16… Como conclusión, necesitamos tener esa plenitud en Jesús de ser sobrias, firmes y prudentes en toda nuestra manera de vivir, solamente así lograremos agradarlo: obedeciendo a Dios y amándole, para luego trasmitir por medio de la práctica de la Palabra de Dios esta forma de vida a los que nos rodean y así transformarnos en Nuevas Mujeres.

#LUNESDEREFLEXION  #NUEVAMUJER   #YOAMONUEVAMUJER