¿Cambiarías de manera de vivir si supieras que cada palabra y pensamiento tuyo Dios lo examina primero? Esta es la realidad de que Dios nos conoce como somos y nada podemos ocultarle, pero muchas veces pensamos que lo que decimos y pensamos únicamente lo sabemos nosotras.
Veamos algunos puntos importantes que nos ayudarán en nuestra vida, para que Dios sea el dueño de todo lo que hablamos y pensamos.
1. DOMINIO PROPIO: Proverbios 13:3
Un día alguien dijo “tú no estás graduada de dominio propio si no dominas lo que dices”, si soy dueña de mis labios puedo decir lo que me plazca sin importar a quien vaya a lastimar, pero si le pertenecen al Señor, mi vocabulario reflejará Sus palabras, las cuales el salmista describe como “limpias, como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces”.
En 2a. Timoteo 1:7: “Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, amor y de DOMINIO PROPIO».
2. LA LENGUA: Santiago 3:2,5,6
Santiago compara el daño que puede causar la lengua con una llama de fuego, la lengua sin control puede causar un terrible daño, el diablo usa la lengua para dividir a las personas y provocar enfrentamientos.
Algunas palabras expresadas con enojo o dichas por compromiso, pueden destruir en cuestión de segundos una relación que tardó años en establecerse, dejando no uno, sino varios corazones lastimados.
3. HABLA SABIAMENTE: Santiago 3:2
Es importante tanto lo que dices como lo que no dices, la manera apropiada de hablar no es decir solamente las palabras correctas en el momento correcto, sino que también incluye controlar los deseos de querer decir lo que no debes, eso es sabiduría.
En Proverbios 31:26 nos habla de la sabiduría como una de las cualidades de la mujer virtuosa, que también nosotras debemos tener, ¿cómo es tu trato a tu esposo, a tus hijos, vecinos y amigos?, y lo más importante, ¿cómo le hablas a Dios?, porque una mujer que pasa tiempo con Dios es transformada de adentro hacia fuera.
A menudo nuestro lenguaje puede ser contradictorio, a veces es correcto y agrada a Dios, pero en otras ocasiones también puede ser violento y destructivo, no agradando a Dios.
Como conclusión podemos decir que: El ser guiados por el Espíritu Santo involucra el deseo de oír y obedecer Su voluntad, orar, conocer Su Palabra, relacionarnos con otras mujeres cristianas, nos ayudarán a ir cambiando los malos hábitos que tengamos en cuanto al uso de cada uno de los miembros de nuestro cuerpo.
La Biblia dice: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.
Ocupémonos en aprender Su Palabra y nosotras mismas nos sorprenderemos de los cambios que Él hará en nuestra vida.
