
Vivimos en una sociedad dónde uno de los problemas y pecados más comunes es la mentira, a tal punto que la conciencia se ha vuelto insensible y se ha ido debilitando respecto a esto. Dios nos ordena hablar con la verdad y no pecar contra Él.
Según el diccionario, Mentira es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente. (RAE) Su esencia es el engaño.
Es la afirmación de una cosa, cuando en realidad es diferente o contraria a la verdad.
Verdad es conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. (RAE).
¿Por qué mentimos? Es una actitud solamente de lo que decimos o tiene que ver con lo que somos? Usualmente mentimos para conseguir algo que queremos, y también mentimos para quedar bien con alguien.
Dios condenó este mal tan común en la sociedad desde el principio, en la Biblia leemos:
Levítico 19:11: “No roben. No mientan, No engañen a su prójimo”. (NVI)
Efesios 4:25a: “Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad…” (NVI)
Como mujeres temerosas de Dios, entendiendo que nos somos perfectas todavía, debemos ir desechando por completo de nuestra vida todo lo que tenga que ver o se relacione con la mentira, falsas apariencias, exageraciones, añadir a la verdad, la traición a una confidencia, chismes, presentación de excusas falsas, etc. etc., entendiendo que de todo esto daremos cuenta a Dios.
Existe una estadística alarmante sobre la conducta humana que ha podido determinar que una persona miente hasta 200 veces por día y sería muy difícil contradecir esto, tomando en cuenta nuestra realidad y los escándalos a nivel mundial, esto no es ajeno a los creyentes y discípulos. La verdad y la mentira se encuentran a disposición de las personas en el diario vivir de cada una. ¿Cómo podemos realizar los cambios necesarios en nuestra conducta como discípulos?
En Romanos 12:2 el apóstol Pablo nos anima a dejar de ser como éramos antes de conocerle, nos exhorta a dejar de amoldarnos al sistema de costumbres, conductas, modos de vestir, etc., que muchas veces la sociedad establece. Las prioridades del cristiano no deben estar en las cosas de este mundo, pues éstas pasan, terminan en algún momento, nuestros bienes, privilegios, juventud, amigos, dinero, etc.
Dios aborrece la mentira porque ÉL ES VERDAD y porque es la naturaleza del mal, (del diablo) que es padre de mentira; Juan 8:44.
Y Cristo fue nuestro ejemplo para siempre hablar verdad.
Mateo 5:37: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”. Jesucristo nos ordena ser absolutamente veraces.
Siempre debemos hablar la verdad, el que dice la verdad es digno de confianza, y para hablar la verdad es necesario pensar la verdad y no guiarnos por prejuicios, intereses personales, ilusiones o fantasías.
• Arrepentirnos, mencione su problema por su verdadero nombre PECADO.
Por su transgresión a la ley de Dios.
• Confiese su pecado y reciba perdón y limpieza; 1 Juan 1:9
• Rechace el pecado, ríndase a Dios, Romanos 6:12-14
• Determine obedecer a Dios y vivir basado en la verdad en todas las cosas.
• Tenga disciplina en su vida hasta desarrollar una nueva actitud basada en la honestidad y veracidad.
En conclusión, el camino “de la Mentira a la Verdad”, puede ser un proceso difícil en nuestra vida, pero muy necesario, y de alguna manera los discípulos de Jesús todavía seguimos mintiendo y dejando de hablar la verdad, esto no debería ser así, porque somos santos en Cristo; no hay mentiras grandes o pequeñas, no hay mentiras blancas o negras, todas son PECADO delante de Dios, Él nos ordena ser absolutamente veraces y desechar la mentira en todas sus formas, la mentira quiebra la confianza, obstruye la fe y ata los sueños; provoca rencor, amargura, ansiedad, celos, discusiones y alejamiento. Te impide crecer y desarrollarte en el propósito de Dios para tu vida.
Comprométete con Dios a hablar verdad. Anima a tu familia, amigos y personas alrededor a que hablen la verdad.