GENERACIÓN SÁNDWICH
Por: Lcda. Eunice Sabaján de Calderón
Existe en el mundo una generación llamada: “generación sándwich” y está compuesta por personas, en su mayoría mujeres, que se encuentran en una etapa de la vida, generalmente entre 35 y 60 años, en la que simultáneamente están criando a sus hijos y cuidan de sus padres mayores o suegros. El término fue acuñado en 1981 por la trabajadora social estadounidense Dorothy A. Miller. Ella lo utilizó para describir a las personas adultas que se encontraban cuidando hijos pequeños y padres ancianos, y que experimentaban una presión emocional significativa, y, aunque implica trabajo duro, tiene un gran valor existencial, relacional y espiritual en la familia y en la sociedad.
- ROL MULTIFUNCIONAL
La generación sándwich ocupa una posición intermedia en la estructura familiar, que conlleva múltiples funciones como, madre, hija, cuidadora, administradora del hogar, profesional, etc., además se debe actuar como puente afectivo y cultural entre abuelos y nietos. Es un eslabón en la cadena de transmisión de valores, historias familiares y afecto.
Es una función muy importante ya que los hijos aprenden a cuidar, observando a los padres cuidar de los abuelos. Es una responsabilidad que, si bien puede causar cansancio físico y emocional, también permite el desarrollo de habilidades como la empatía y la madurez afectiva, manifestándose también la paciencia, el caminar la milla extra, la perseverancia y otras más.
Debido a que el rol, o función, se enfoca en los extremos, es decir en los niños y en los adultos, la persona a cargo queda en segundo plano y algunas veces sus necesidades se vuelven invisibles. Es importante que el cuidador tome conciencia de que necesita tiempo para auto cuidarse y no caer en desánimo o mal humor.
El autocuidado y los límites sanos, como los tiempos de oración, escribir en un diario, meditar, pedir la bendición de Dios para las manos que cuidan, serán de gran beneficio.
En la Biblia encontramos el ejemplo de Rut y Noemí, Rut no solo fue nuera, sino una cuidadora y sostén emocional para Noemí, y podemos leer también que Dios bendijo su fidelidad con una descendencia que la lleva hasta Jesús.
“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y adondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”. Rut 1:16
- CANAL DEL AMOR DE DIOS ENTRE GENERACIONES
Las personas que cuidan de sus mayores y a la vez de los hijos, deben saber que son un puente generacional, un canal de vida, valores y fe, así como quienes llevan afecto para toda la familia. Este reconocimiento permite transformar la carga en una misión significativa, y transforma el desgaste en un camino de crecimiento y gracia.
Tomar conciencia del impacto del rol que se juega es importante. En la Biblia, el apóstol Pablo nos instruye en los deberes hacia los demás proveyendo una lista, diciendo en 1 Timoteo 5:8: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.
Podemos ver en este versículo que proveer para nuestra casa es una responsabilidad espiritual también.
Además, para poder cuidar de otros es necesario atenderse a uno mismo. Marcos 12:31“…Amarás a tu prójimo como a ti mismo”… La pregunta aquí es, ¿me cuido?
Por otro lado, no debemos olvidar que existe un amor que enfrenta situaciones difíciles, pero que, al mismo tiempo, promueve el crecimiento espiritual y la resiliencia, como lo describe 1 Corintios 13:4-8: “El amor es sufrido, es benigno; al amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” …
Para terminar, estar “en medio” puede parecer una carga, pero también podemos ver la ayuda que damos como la oportunidad que Dios nos da, “una posición estratégica” para transmitir Su amor en ambas direcciones. Y aunque a veces no se valore lo que hacemos, Dios sí lo ve, y si bien, no veamos resultados inmediatos, estamos sembrando semillas que darán su fruto en su tiempo.




