EL DIOS FALSO
En el Salmo 119:37 el autor le ruega a Dios: “Aparta mis ojos de los dioses falsos, y dame vida para andar contigo”. RVC
No existen solamente dioses falsos como el becerro mencionado en Éxodo 32:1-5; pues hay un dios falso al que la humanidad sirve, adora y venera el cual es el dinero, con el que muchas veces se espera obtener posesiones, riqueza, etc.
Cuando las posesiones y las riquezas ocupan el lugar que solamente le debe pertenecer a Dios, hay pecado que debemos tratar.
El apóstol Pablo escribió en 1 Timoteo 6:8-10: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”.
“Extraviarse de la fe” es apartarse del camino que lleva a la salvación, pero Dios desea que nuestra meta sea llegar a ser como Cristo, que obedezcamos Sus mandamientos, que le amemos.
Lamentablemente, a través de los siglos el dinero se ha convertido en un dios falso al cual se sirve y se le adora, principalmente debido a que muchas personas piensan que el dinero “todo lo puede hacer”, y por esta razón se mantienen buscando la forma de obtener más y más cada vez, sin darse cuenta que esta adoración los aleja y los separa de Dios.
El dinero en sí no es malo, pero no debemos perder de vista que es Dios quien nos provee el dinero para que podamos sufragar nuestros gastos y cubrir nuestras necesidades.
La principal meta de nuestra vida debe ser conocer al único Dios verdadero y vivir santificándonos en la verdad de Su Palabra, tal y como oró Jesús en Juan 17.
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