LA MEJOR HERENCIA
Como padres deseamos dejar una buena herencia a nuestros hijos y por lo tanto nos esforzamos en trabajar, invertir, en ahorrar con el propósito de que para nuestros hijos las cosas sean más fáciles de lo que fueron para nosotros, económicamente hablando.
Pero hay una herencia que puede ser mejor que cualquier casa, cualquier joya o cuenta bancaria, etc., esta herencia es la Fe en nuestro Señor y Dios.
Sin embargo, la fe no es algo que se pueda heredar a través de un simple documento, o por cualquier otro medio legal. Nuestros hijos tampoco serán herederos de la fe simplemente porque nosotros seamos cristianos o porque “nacieron en la gracia”, en un hogar cristiano.
- UNA FE PERSONAL: Lee 2a. Timoteo 1:3-5
Cuando Pablo le escribió esta carta a Timoteo, Pablo menciona que tanto Eunice su mamá, como Loida su abuela tenían una fe no fingida, es decir que no solamente aparentaban o mostraban una fe con acciones externas, sino que su Fe en El Señor era sincera.
En cada iglesia, y probablemente en cada familia, existen “costumbres religiosas”, es decir actos que hacemos de manera repetitiva porque eso está bien visto en la comunidad religiosa a la que asistimos. Pero ¿cómo actuamos en casa? En esos momentos cuando solamente nuestros hijos están presentes y nos ven actuar o hablar de manera diferente de cómo lo hacemos frente a los hermanos de la iglesia o en la calle.
Los hijos que escuchan a los padres hablar, o predicar, sobre los principios y valores bíblicos, pero ven que en el momento de tener problemas o de enfrentarse a situaciones difíciles no actúan conforme a lo que les han escuchado hablar o predicar, caerán en confusión. Esta es una Fe que la mayoría de hijos no querrán recibir como herencia, puesto que se basa en las apariencias y los hijos no pueden ver la intervención divina en la vida de sus padres.
- PERMANECER EN ÉL: Lee Juan 15:5
Permanecer en El Señor no es simplemente ir al grupo de Nueva Mujer cada semana, ir a la iglesia todos los domingos, asistir a cada una de las reuniones que hay en la iglesia durante la semana, conocer los cantos o llamar a los hermanos “hermana Carmen” o “hermano Juan”.
Cada una de estas acciones son acciones externas que practica un cristiano, pero El Señor está más interesado en nuestro interior, en la convicción que tengamos de que Él es El Señor y que nosotras solamente somos siervas que buscamos hacer Su voluntad.
Nuestra familia, hijos o nietos, y personas alrededor nuestro, podrán ver que nuestro cristianismo no es solamente externo, sino que es algo en lo que creemos y que por lo tanto nosotras vivimos, el cristianismo, actuamos como una verdadera creyente sujetando nuestras pasiones a la voluntad de Jesucristo quien nos mostró con su vida cuál debe ser nuestra manera de vivir.
- SER LUZ: Lee Mateo 5:14-16
Como cristianas nos toca que relacionarnos con personas que, o se burlan de nuestra fe, o que por lo menos no creen que seamos seguidores de Cristo, o que aborrecen a quienes son cristianos. Esto puede suceder dentro de nuestra propia familia, o en el trabajo, etc.
El comportamiento que nosotros tengamos con estas personas, o delante de ellas demostrará cuál es nuestra verdadera fe. Si a pesar de que ellos nos ofendan, nosotros seguimos mostrándonos calmados e incluso amables, sin devolver la ofensa, estaremos dando testimonio que creemos que el poder de Jesucristo se manifiesta en nuestras vidas para mostrar que no creemos en Jesucristo solamente de palabra, sino que descansamos en Él para que nos guíe en el comportamiento que debemos mostrar: ser luz para que nuestro Padre sea glorificado.
En conclusión, cuando nuestra fe es puesta a prueba delante de los hombres, usualmente viene a nuestra mente que de todo lo que hagamos daremos cuenta a Dios, pero también recordemos que a cada paso que damos nuestra familia está observándonos y es nuestra responsabilidad delante de Dios dejarles el legado de la mejor herencia, la Fe en el Señor Jesucristo.
