NUESTROS ROLES PRINCIPALES COMO MUJERES



Reflexionemos…
Salmos 19:7 dice: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo”.
La Biblia es la Ley, que puede convertir nuestra vida si nos sometemos a ella.
En el libro de Salmos 103:1-2 leemos: “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre”. Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios”.
Cuando el rey David le decía a su alma “bendice alma mía a Jehová” la estaba entrenando, le estaba ordenando que se sometiera a la voluntad de Dios y que no olvidara los beneficios, que él sabía que tenía. (Sanidad, liberación, favor, misericordia, alimento, etc.)
La ley de Dios, la Biblia, presenta una clara descripción de la naturaleza de Dios y Su voluntad, por lo tanto como sus hijos debemos obedecerla.
Cuando nuestra alma no se somete a la voluntad de Dios, puede ser presa fácil de trastornos como: tristeza (no controlada), amargura, desánimo/pereza, depresión, enojo/ira, soledad, entre otros.
Veamos algunos beneficios al cumplir la ley de Dios:
• Convierte el alma. Salmos 19:7
• Alumbra nuestro camino. Salmo 119:105
• Nos da paz. Salmo 119:165
• Nos hace sabios. Proverbios 2:6, Santiago 1:5.
En conclusión, la Palabra de Dios no es simplemente un libro o revista, sino que, es como el bisturí de un cirujano, revela lo que somos y lo que no somos, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, (Hebreos 4:12b) distingue lo que está dentro de nosotras tanto lo bueno, como lo malo, no solo debemos oírla o leerla, sino que también debemos permitir que moldee nuestra vida, y que podamos decir como el salmista. “Amo tu ley”.
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Envidiar es querer lo que tiene otra persona, es sentir dolor y muchas veces rabia por lo que otras han logrado o por lo que nosotras aún no hemos alcanzado.
Todas tenemos metas y sueños, y podemos optar por admirar o envidiar a las personas que los han logrado; la envidia es la reacción tóxica de esa admiración, ésta te hace desear lo que la otra persona tiene y, en consecuencia, tienes el impulso de dañar o quitar lo que otro posee.
En la Biblia en Eclesiastés 4:4 nos dice: “He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu”.
¿SERÉ ENVIDIOSA?:
Romanos 12:3 “…ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado.” (NTV)
La envidia puede iniciar con un pequeño pensamiento: ¡No es justo!, ¿Quién se cree que es?, ¿Por qué siempre ella?, los pensamientos por pequeños que sean pueden desviarnos del deseo profundo de nuestro corazón y el propósito de Dios para nuestra vida. Si consideramos el consejo del apóstol Pablo, podemos iniciar evaluándonos y creyéndole a Dios en todo lo que Él dice de nosotras.
PASOS SENCILLOS PARA SALIR DE LA ENVIDIA:
a. Ten fe en lo que Dios dice de ti y en ti misma.
b. No te metas en la vida de nadie, deja de mirar a los demás.
c. No te engañes, no existe la “envidia buena” ni la “envidia santa.
d. Sé una mujer agradecida.
e. Fomenta una buena relación con Dios.
Concluyendo, la envidia es un pecado que también nos impide heredar el reino de Dios, y como Nuevas Mujeres, porque hemos nacido de nuevo, debemos quitar ese pecado que afecta nuestra relación con Dios, y que lastima a todas las personas a nuestro alrededor y a nosotras mismas.
Lee lo que dice la Biblia acerca de las obras de la carne en Gálatas 5:19-21.
En su lugar, debemos procurar el fruto del espíritu del que habla la Biblia: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
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“He aquí estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y el conmigo” Apocalipsis 3:20.
La intimidad con Dios es personal y sí la podemos perder por el peso y afanes de nuestro diario vivir, por la rutina, por descuido y dejar de creer en Él en alguna situación. La limpieza del corazón es fundamental para quien desea intimidad con Dios, es necesario asumir que no podemos o no debemos seguir pensando y actuando igual que antes, cuando no le conocíamos. 1 Pedro 1:13-15.
Comprendemos entonces que toda clase de pecado también nos separa de Dios y nos hace perder la intimidad con Él. Hay cosas muy sencillas que nos pueden separar de Dios porque Él es un Dios celoso, pero, cuando nuestras fuerzas humanas se acaban, viene de vuelta la necesidad de buscarlo y es ahí donde debemos buscarlo en el lugar adecuado y del modo adecuado.
Hoy es el tiempo de tomar decisiones claves en nuestra vida espiritual y no dejar para otro día lo que debemos hacer HOY, Dios, nuestro Amado nos llama a su recámara de amor, porque desea estar con nosotras en la intimidad, vamos a escuchar su voz o lo dejaremos fuera.
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Dios nos ha dado dones a cada una y cada persona tiene sus logros y éxitos. Sin lugar a duda, todos tenemos de qué gloriarnos, por lo que somos, tenemos o representamos.
No hay nada malo en que los demás reconozcan que tenemos ciertas habilidades, conocimiento, valentía, poder o riqueza. No hay problema en que yo también lo reconozca. Lo que sí es un problema, es que no reconozca: al que me provee, lo que soy, lo que tengo y represento. Otro problema sería, que tampoco entienda la razón o el propósito para lo que soy, lo que tengo y represento.
La Biblia nos ayuda a entender esto cuando nos dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” Efesios 2:10. Esto quiere decir que Dios siempre ha tenido planes para cada una de nosotras.
Dios a través del profeta Jeremías aconseja:
“…Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el Señor” Jeremías 9:23-24 NVI
Dios quiere que Primero, nos gloriemos en conocerlo y entenderlo. Segundo, que reconozcamos y demos gracias por lo que Él nos ha dado y por darnos la oportunidad de servirlo. Tercero, quiere que estemos conscientes de que Él es misericordioso, que actúa según Su Palabra, y por ende, que es justo.
¡Oramos para que tengas una semana bendecida!