SIERVAS DE JESUCRISTO

Por: M.Th. Magda de Custodio

Regularmente los seres humanos tendemos a admirar las cualidades, virtudes, valores éticos y atributos en otras personas, ya sean políticos, artistas, modelos, alguien que esté sobresaliendo en la sociedad y que haya o esté marcando una conducta que nosotras consideremos correcta. 

Una buena razón para reflexionar en la admiración que sentimos, es estar seguras que las características que nos hacen estar pendientes de dichos personajes, son las correctas a la luz de la Palabra de Dios.

SIERVAS DE JESUCRISTO

Cuando seguimos a alguien o algo, casi siempre colocamos nuestra fe sobre lo que admiramos, de la misma manera, puede pasar que una mujer que sigue a Jesús, ponga su fe en el qué hacer, en las obras, olvidando algunas veces al Señor de la obra. 

Nuestra fe en Jesucristo, debe estar basada en Él, en su bondad, en su sacrificio en la cruz para salvarnos a nosotras, no siendo religiosas, creyendo falsamente que somos nosotras las que somos buenas y Él solamente nos ayuda en nuestros planes.

La mujer que tiene un llamado a amar a Dios, y a honrar a su Hijo Jesús con su vida y su conducta, debe tener a Jesús como su modelo a seguir.

En 2 Timoteo 2, una carta escrita por el apóstol Pablo con instrucciones a Timoteo que se encuentra al frente de su congregación sirviendo a los santos. Luego de evangelizar se da paso a la necesidad de consolidar y mantener la comunidad en las tradiciones y las enseñanzas recibidas de los apóstoles. Y para ello en aquel tiempo, como para ahora, hay que nombrar hombres y mujeres que entiendan su llamado a servir a Cristo.

Veamos algunas características de las siervas de Jesucristo.

  1. Ser fuerte en Su Palabra.  2 Timoteo 2:1  
  2. Preparada para el futuro, para duras pruebas.  2 Timoteo 2:3
  3. Usar bien palabra de verdad. 2 Timoteo 2:15  
  4. Evitar pláticas inútiles y profanas. 2 Timoteo 2:22
  5. Sé amable evita contiendas y procura ser apta para enseñar. 2 Timoteo 2:23-24

Para finalizar, como siervas de Jesucristo, debemos mantener Su presencia en nuestra vida en todo lo que hacemos, con una lista de cualidades que nos caracterizan, que nos distinguen, para ser guías, enseñantes, influencia en nuestro entorno, para mantener vivo el depósito de la fe que se nos ha sido confiado, la enseñanza que fue trasmitida desde los apóstoles en memoria viva de Jesús, en la que sobresale la opción siempre por los pobres, los marginados, los pecadores, los débiles, lo cual, las siervas de Jesucristo, nosotras como mujeres, tiene que ser nuestro mayor empeño hoy y en todos los tiempos.

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SIEMPRE ESTAMOS DANDO

Por: Sandra de Zepeda

Cuando el apóstol Pablo se estaba despidiendo de una iglesia que fundó en la ciudad que se llamaba Mileto, llamó a los ancianos y les dijo estas palabras: “35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20:35 RVC

El apóstol Pablo, probablemente, se estaba refiriendo a que una persona es más afortunada cuando da que cuando recibe, porque antes de poder “dar” se ha recibido la bendición de parte de Dios.

Dios ya nos bendijo, y lo hizo desde el momento que nos dio la vida, salud, padres que nos criaron, techo, comida en la mesa; también es una bendición tener esposo, hijos, etc., porque si nos ponemos a contarlas, son innumerables las bendiciones que hemos recibido de Dios a lo largo de nuestra vida.

Y es por ese ejemplo que hemos recibido de Dios, que también nosotras debemos hacerlo, porque, aunque no nos demos cuenta siempre estamos dando, ya que por gratitud a Él respondemos a todas las bendiciones cuando le servimos a nuestro esposo, a nuestros hijos, a nuestra familia, a nuestros amigos, en la congregación donde estamos, etc., y cuando le pedimos a Dios que nos use, conforme Su voluntad porque queremos agradecerle que Él ya nos bendijo.

Y para hacer estas cosas no nos tienen que leer un versículo de la Biblia cada vez que vamos hacerlo, lo hacemos por instinto, por amor a nuestro prójimo (Mateo 19:19). Y si en algunas ocasiones hacemos aun más de lo que nos piden o tenemos que hacer, es porque estamos agradecidas con nuestro Padre, por eso damos gracias a Dios siempre, como dice Colosenses 3:15 pues estamos conscientes de donde proviene todo lo que tenemos (Mateo 6:26).

DAR CON GRATITUD

Sabemos que debemos dar con gozo, con agradecimiento y conforme a nuestras posibilidades. La Biblia nos habla de ofrendar y diezmar, hemos escuchado prédicas sobre este tema, nos han dado testimonios de cómo Dios ha bendecido tanto al que da, como al necesitado, entonces ¿por qué no ofrendamos y diezmamos? ¿por qué nos ofendemos o molestamos cuando nos piden que lo hagamos? ¿por qué nos negamos a animar a otras personas a que lo hagan? Si sabemos con certeza que es un mandato de Dios y que lo debemos hacer con gozo y gratitud.

Cuando damos no lo debemos hacer para recibir algo a cambio, sino por amor a Dios, por obediencia, por cumplir sus mandamientos, porque lo reconocemos como el único Dios, dependemos de Su amor, y porque queremos obedecer todos sus mandamientos, como amar al prójimo, ofrendar y diezmar.

Así que le ruego a El Espíritu Santo que nos redarguya a cada una de nosotras, para ofrendar y diezmar de acuerdo a nuestro corazón agradecido.

Dios te bendiga.

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ESPÍRITU APACIBLE

ESPÍRITU APACIBLE

Por: María Isabel de Flores


Que difícil puede ser para algunos seres humanos mostrar un espíritu apacible, pues entendemos que debe ser una persona tranquila, de buen humor, manso, dulce, que no se enoja fácilmente. ¿Cómo podemos aplicar esta cualidad a nuestra vida?


Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre”. Deuteronomio 5:29


Hay cualidades que muestran en nuestra vida un corazón renovado en Dios, como: la paciencia y la bondad. Sobre esto, podemos ir construyendo los demás atributos que son necesarios en nuestro diario caminar y que definitivamente anhelamos tener, para bendecir la vida de las personas a nuestro alrededor y a las que podemos alcanzar llevándoles la Palabra de Dios.


La amabilidad con un corazón bondadoso es el verdadero ángulo del amor en una Nueva Mujer en acción, o sea, la paciencia es como el amor hacia los demás, reacciona en amabilidad y con bondad en cualquier circunstancia. El amor de Dios te hace amable y agradable a los demás, hace que ellos quieran estar cerca de ti y aprender de ti.

“La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres.” Proverbios 3:3-4 LBLA

La amabilidad adorna a la persona con dulzura y ternura en el servicio a los demás. Lee Proverbios 31:26

Aprender amar con el Amor de Dios, no puede tomarse a la ligera, ya que es todo un proceso desafiante y difícil, pero también es increíblemente satisfactorio, ya que el más grande ejemplo de amor, es Dios mismo, al dar a su Hijo Jesucristo a morir en la cruz del calvario por cada una de nosotras. Sólo por medio de Él podemos amar y ser amadas.

Dios demanda de nosotras, ese espíritu apacible, manso, dulce, tranquilo, que puede relacionarse con Él íntimamente, dejando a un lado, la dificultad que estemos pasando, apartándonos para estar con Él, reconociéndolo como Señor, Salvador, nuestro Padre, nuestro Dios. El espíritu apacible en nuestra vida, sólo puede ser fruto de nuestra comunión con Dios.


Nuestra personalidad puede ser bulliciosa o tranquila, Él nos hizo diferentes, pero nuestro espíritu debe ser sensible cuando Él quiere hablarnos.


Para finalizar, nuestro corazón y entendimiento debe renovarse cada día, hasta que alcancemos la estatura del varón perfecto.


¡Dios te bendiga! 🤗💜


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LA SOBERANÍA DE DIOS

Por: Licda. Betty de Herrera

La soberanía de Dios no es un tema de discusión, porque estamos convencidas que Dios es soberano, Él ejerce o posee la autoridad suprema sobre toda la creación, pues Él creó absolutamente todo lo que vemos o conocemos. Sin embargo, Dios, en su sabiduría, ejerce la soberanía de una manera totalmente diferente a como lo haría o podría pensar el hombre.

Soberanía significa autoridad sobre las cosas creadas, pero no significa control sobre las cosas creadas. Dios no creó al hombre para mantenerlo controlado, sino que lo creó para sojuzgar la tierra, para gobernarla, para llenarla y para multiplicarse, esto lo dice la Biblia en Génesis 1:28

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, es decir que le puso a todo hombre y mujer su sello de soberanía sobre él, porque Él nos hizo, Él nos creó. Sin embargo, tenemos que tener claro que Dios en Su soberanía no decide de antemano quién se salva y quién no se salva, porque entonces nos tendríamos que preguntar ¿para qué vino Jesucristo? ¿si Dios ya habría decidido que unas personas se iban a salvar y que otras no se salvarían?

Desde el momento en que Dios tomó la decisión de enviar a su único Hijo para salvar lo que se había perdido (Mateo 18:11 RV1960), nos muestra que las personas han tenido y tienen la posibilidad de tomar decisiones de no hacer lo bueno (Deuteronomio 30:19), pero también tienen la posibilidad de arrepentirse y empezar a hacer lo bueno.

Nosotras debemos saber que Dios nos dio a las mujeres y los hombres el libre albedrío, lo cual significa que todos tienen la posibilidad de creer en Cristo, seguirlo y así vivir conforme a los principios de la Palabra de Dios, pues esto nos permite una buena, perfecta y armoniosa convivencia entre todos los seres humanos. Estos principios de vivir en armonía los podemos conocer leyendo Deuteronomio 19:11-18, que los explica muy claramente.

Si creemos en que Dios tiene poder y es soberano, también debemos creer que Dios nos dio un libre albedrío y que no nos controla, sino que nos permite tomar decisiones. Por lo tanto, es el fruto de nuestras decisiones lo que a veces nos hace estar en condiciones difíciles o en condiciones favorables.

LA SOBERANÍA DE DIOS EN TODO TIEMPO

Cuando se nos presentan en la vida cosas que no son buenas o satisfactorias, o que no nos traen gozo, sino que nos afligen, nos hacen llorar o enojar, tenemos la confianza que la Biblia dice en Romanos 8:28 “que a los que aman a Dios, esto es a los que conforme a Su propósito son llamados”, es decir aquellos que ya hemos reconocido que necesitamos de Cristo para poder vivir; en estas personas toda obra para bien, aún aquellas cosas que pudieran parecer “malas”.

Es por la soberanía de Dios que, en medio de la angustia y la aflicción, sobrenaturalmente venga fortaleza de Dios a mi vida, la cual me auxilia para pasar por esos caminos difíciles, y que cuando yo veo hacia atrás puedo reconocer y decir: fuiste Tú Señor Él que me ayudó a pasar esto, porque sin duda yo no lo hubiera podido hacer solo.

Para finalizar, el tema de Soberanía no es tanto de lo que yo creo, sino de en quién creo y cómo me relaciono con Dios, en quien yo creo, un Dios creador y soberano sobre todas las cosas.


En su soberanía Dios no nos condena, sino que todos tenemos la oportunidad de arrepentirnos, porque el Espíritu Santo nos hace ver lo equivocados que estamos, y el Señor Jesucristo vino al mundo para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16-17


En su soberanía Dios no tiene predeterminado todo lo que ha de suceder, por eso no podemos nosotros quitarnos la responsabilidad de las decisiones que tomemos o dejemos de tomar. Las cosas que nos pasan a diario son el fruto de nuestras decisiones. Las cosas que están pasando con la naturaleza son porque nosotros los humanos nos hemos encargado de destruir el lugar en donde vivimos.

Dios es soberano, y en su inmenso amor hacia el hombre le dio la libertad de elegir, por eso dice en Deuteronomio 30:19 19 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.

Yo puedo elegir y tomé la decisión de vivir obedeciendo, amando y sirviendo a Dios todopoderoso y soberano, ¿qué eliges tú?

Que Dios te bendiga.

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RECONOCE LA PRESENCIA DE DIOS EN TU VIDA

Por: Licda. Susy de Aldana

Cuando vemos un hermoso bosque, la grandeza del mar, las innumerables estrellas o el inmenso cielo nuestros ojos se deleitan, pues disfrutamos de la hermosa creación y en ese momento nos resulta fácil reconocer que hay un Creador Maravilloso y Todopoderoso capaz de crear tanta belleza.

Como dijo el apóstol Pablo que no tenemos excusa para cambiar la gloria de Dios. Lee Romanos 1:20 RVC

Dios sigue siendo el mismo, sin importar en qué caminos nos lleve Él no cambia, Dios es Santo, poderoso, majestuoso y si nosotras lo reconocemos Él ha prometido que enderezará nuestras sendas. Lee Proverbios 3:6 RVC

AGRADECER SU INTERVENCIÓN EN TODO

Debemos reconocer y agradecer su intervención en todo lo que tenemos o poseemos, pues a veces, cuando nuestro ego es grande, llegamos a creer que lo que tenemos es porque lo merecemos, o creemos que viene por inercia o de manera natural a nuestra vida.

Leamos lo que escribió el rey David “Yo declaro, Señor, que tú eres mi dueño; que sin ti no tengo ningún bien.” Salmos 16:2 RVC

David reconocía que absolutamente todo proviene de Dios, y que toda la humanidad le pertenece: “Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos. Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado!” Salmos 100:3 RVC

Tenemos que reconocer que todo lo que somos, esposa, madre, emprendedora, ama de casa, profesional, en cada labor que desempeñamos, en los triunfos y victorias alcanzadas, en los sueños y anhelos hechos realidad, no lo hemos obtenido por nuestras propias fuerzas, sino reconocer que es Dios actuando en nosotras y que Él nos ha hecho una criatura nueva, una Nueva Mujer.  

Debemos reconocerlo, darle la Gloria, la honra, la alabanza. Que en nuestro corazón haya acción de gracias, que tengamos presente que es por Su amor, Su favor y Su misericordia que vivimos y que hoy podamos estar reunidas para seguir exaltando Su Nombre.

Para finalizar, supliquemos a Dios que abra nuestros ojos y que nos mantengamos en comunión con su Espíritu Santo, para poder reconocerle en todo momento y en todo lugar.

El Salmo 103 nos exhorta a no olvidar que todo lo que recibimos proviene de Él y que debemos bendecirlo. Leamos estas palabras del Salmista:

Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”

Oramos para que la Palabra de Dios edifique tu vida, ¡no dejes de compartir esta publicación!

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