365…

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Por: Silvia de Soberanis

En la Biblia leemos: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”. Lamentaciones 3:22-23

En la Biblia leemos que el profeta Jeremías había advertido el juicio de Dios sobre su pueblo si no cambiaba sus malos caminos, pero ellos fueron indiferentes, así que su profecía se cumplió y fueron destruidos por Babilonia. Después de ser Jerusalén una gran nación, ahora eran esclavos, pero en medio de lo que estaba pasando: la destrucción, el dolor y el exilio, el profeta Jeremías pudo ver que Dios seguía estando con ellos, Su pacto permanecía con Su pueblo, y al final, por Su misericordia, Jerusalén fue restaurada.

Nosotras también podemos ver la fidelidad de Dios en nuestra vida, en medio de las noticias trágicas a nuestro alrededor, si permanecemos firmes creyendo que: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8) nuestra historia también puede ser diferente, y nuestra vida siempre restaurada.

La fidelidad de Dios ha sido manifiesta en nuestra vida, a pesar de las circunstancias que nos ha tocado vivir; si vemos para adelante, tenemos oportunidades para ser diferentes, para crecer académicamente, espiritualmente, cuidar nuestra salud física, etc., y para transformar nuestra mente y así convertirnos en esa Nueva Mujer que deseamos ser.

HACIA LA META

Es muy importante tener un punto de referencia para saber hacia dónde vamos y no perdernos o desviarnos en el camino.

A lo largo de las Escrituras se nos recuerda que “fuimos escogidas antes de la fundación del mundo”; nuestra vida tiene un propósito, algunas lo conocemos, otras estamos en el proceso de descubrirlo, y mientras caminamos debemos ir renovando nuestra mente, para llegar a ser lo que Dios quiere que seamos. Lo trascendental es que Dios quiere que nos parezcamos a Su Hijo. Lee Romanos 8:29.

En el libro de Filipenses, el apóstol Pablo usa la analogía de un corredor para describir nuestro crecimiento espiritual, lee Filipenses 3:13-14.

No cabe duda que la meta del apóstol Pablo era clara, él sabía que ante todo proceso, persecución, cárcel y todo lo que le tocó enfrentar, él debía procurar con todas sus fuerzas “parecerse a Jesús”.

Nosotras también debemos ser inspiradas a esto, es un nuevo año en el que a pesar del proceso que enfrentemos, debemos florecer en medio de las circunstancias adversas y en medio de la crisis.

Para finalizar, con fe, debemos seguir confiando en esa misericordia que se renueva cada día y nos da la oportunidad, no sólo de arrancar la hoja del calendario pasado, sino de tener un calendario nuevo, 365 días a los que podemos ponerle muchos colores, proponiéndonos convertirnos en un instrumento útil en Su Reino, siendo un buen testimonio para las personas que nos rodean.

¡Dios te bendiga! 💜

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