Por: Liz de Girón
La mayoría de nosotras en alguna oportunidad hemos leído cuentos o visto películas de Walt Disney, donde se narra todo lo que atraviesa una pareja enamorada para casarse, casi siempre al final de la película se lee la frase: “y fueron felices para siempre”. Pero, ¿realmente es así en la vida real?
El matrimonio es la primera institución establecida por Dios. Nace en el corazón de Él. Génesis 2:24 NTV dice: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.” Este verso también lo trae a memoria Jesús en Mateo 19:5 y el apóstol Pablo lo recuerda en Efesios 5:31.
El matrimonio es la institución por la cual, un hombre y una mujer, se unen en la relación legal de esposo y esposa, con la intención de vivir y permanecer juntos toda la vida, procrear, alimentar y educar a sus hijos y ayudarse entre sí.
El propósito de Dios es que el matrimonio sea una relación para toda la vida. Para que el matrimonio tenga éxito se requiere de un genuino y constante interés por el bienestar del otro y, especialmente, que no exista egoísmo.
Es muy importante reconocer que para que la relación matrimonial funcione de acuerdo con el plan de Dios, cada uno de los cónyuges debe mantener una relación íntima con Él, pues a medida que cada uno se somete a Dios, Él les da la gracia que enriquece y fortalece el matrimonio.
Entonces, debemos mantener una relación diaria con nuestro Dios, la cual podemos ejemplificar usando la cruz, nuestra relación con Dios debe ser primero vertical, recibiendo y aprendiendo de Él, para que luego podamos relacionarnos correctamente con nuestro cónyuge.
Esto implica y demanda inversión de tiempo, amor, trabajo y a veces sacrificio, pues ambos están llamados a velar por el bienestar del otro, antes que por el bienestar propio.
Dios anhela que el esposo y la esposa tengan juntos una vida satisfactoria en la tierra. Debemos aprender a trabajar unidos en nuestro matrimonio y seremos más fuertes con Dios.
Se dice que en la unión está la fuerza, y esto es muy cierto en el matrimonio. No sólo se apoyarán y animarán el uno al otro en los momentos difíciles, sino que buscarán la dirección de Dios para ser perseverantes en el compromiso que implica el matrimonio.
Eclesiastés 4:12 NTV “Alguien que está solo puede ser atacado y vencido, pero si son dos, se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda triple no se corta fácilmente.”
Con la dirección y ayuda de Dios, podemos descubrir lo maravilloso y bello que es “un hombre y una mujer, que se convierten en una sola persona” (Génesis 2:24)
¡Dios te bendiga!
#NuevaMujer #LunesDeReflexión #UnaVozDeDiosParaTi #FE #Mujeres #Matrimonio

