Por: Lcda. Betty de Herrera
¿ERES CAPITAN O TRIPULANTE?
Esta pregunta nos hace meditar en todos esos momentos de nuestras vidas cuando nuestra confianza en Dios se debilita y decae y entonces nosotras queremos decirle a Dios: Cómo hacer las cosas y Cuando hacer las cosas.
Nos olvidamos de una parte de la oración que Jesús enseñó en Mateo 6:10 y en Lucas 11:2 “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”
Cuando nosotras le decimos a Dios Hágase tu voluntad, le estamos pidiendo a Dios que Él sea el capitán, porque nosotras estamos dispuestas a ser tripulantes que obedecen sin discutir, sin argumentar y sin renegar cada una de las disposiciones que Él tiene; y porque también estamos dispuestas a obedecer y aceptar Su Voluntad pues confiamos completamente en Dios y en que todo lo que Él haga en nuestras vidas es lo mejor.
DIOS ACTÚA DE ACUERDO A SU SOBERANA VOLUNTAD
En Mateo 8:23-27 se relata que había una gran tempestad que provocó temor en todos los discípulos que acompañaban a Jesús en la barca, porque ellos aún no sabían que podían confiar totalmente en Jesús.
Notemos que no fue Jesús quien les dijo: “Vamos, subámonos en la barca”, sino que fueron los discípulos quienes le siguieron cuando Jesús se subió a la barca. Ellos recién habían visto a Jesús hacer muchos milagros, había sanado a la suegra de Pedro y en la noche había liberado endemoniados y sanado enfermos. Los discípulos estaban deseosos de ver más y de estar cerca de un hombre tan poderoso que era capaz de hacer semejantes milagros, por eso le siguieron, pero aún no habían aprendido a poner su confianza totalmente en Él.
Cada una de nosotras hemos decidido voluntariamente seguir a Jesús, nada ni nadie nos ha obligado a hacer nuestra decisión para seguir a Jesús y ser sus discípulas. Pero al igual que hicieron estos discípulos, cuando viene la tempestad corremos a decirle a Jesús que haga algo, pero queremos que ese algo sea exactamente nuestra voluntad. No nos detenemos a pensar ¿Cuál es la voluntad de Dios? porque quizá nos falta aprender a confiar totalmente en Él y estar seguras que Su voluntad siempre es perfecta para nosotras.
Los discípulos estaban aterrorizados, se inquietaron y se desesperaron cuando vieron a Jesús que estaba tranquilamente dormido, cuando según ellos estaban a las puertas de la muerte. No reflexionaron en el hecho que, si el hacedor de milagros estaba tranquilo, era porque no había de qué preocuparse: Jesús estaba dentro de la barca con ellos, podían confiar en que todo estaría bien. Jesús los reprendió y les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Esto no significa que no podamos ir delante de Dios para pedirle por algo específico, claro que siempre podemos ir delante de Él, como dice la Palabra de Dios en Efesios 6:18 ”con toda oración y súplica.” La clave la encontramos en la palabra súplica. Nosotras no podemos ordenarle a Dios que haga las cosas. Usualmente oímos que al orar se utilizan expresiones como estas: “Ahora mismo”, “yo ordeno”, etc.
Pero no podemos ordenarle a Dios qué hacer en determinada situación, sino que debemos ir ante Él orando y suplicando.
Recordemos la oración de Jesús que dice: Hágase tu voluntad, y tengamos en cuenta que siempre debemos confiar en Él y creer que la voluntad de Dios para nuestras vidas es perfecta y que Él tiene planes de bien y no de mal para cada una de nosotras. Jesús está contigo dentro de “la barca que es tu vida”, no tienes nada de qué temer, al igual que los discípulos que estaban en la barca y pudieron maravillarse del poder de Dios: “Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”
Confía, Jesús está dentro de la barca contigo.
¡Dios te bendiga!

