
Cuando iniciamos un nuevo proyecto, casi siempre vamos a tener, dudas, inseguridad, lucha con nuestra capacidad e identidad. Estamos en el segundo mes de un nuevo año, posiblemente escribimos nuestras metas, lo que queremos realizar, nuevos retos, etc. Y se nos cruza por la mente el mismo pensamiento que tuvo Moisés “¿Y quién soy yo para…?”
Éxodo 3:11: “…¿Y quién soy yo, para ir ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?
Historias y libros se han escrito de personajes que se enfrentaron también a lo mismo que nosotras (Moisés, Abraham, Gedeón, Ester, Pablo, Pedro, entre otros), eso debe inspirarnos, pues cuando caminamos haciendo lo que Dios nos pone por delante, cumpliendo Su voluntad, también tenemos Su provisión, pues no se trata de quiénes somos nosotras, sino se trata de quién es Él, y Él es todo lo que necesitamos.
Tómate un tiempo y piensa: ¿Tienes algo nuevo para hacer? ¿algún llamado, una nueva misión o responsabilidad delante de ti?
La exhortación sigue siendo la misma: “Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis;” 2 Pedro 1:10 LBLA
NO PONGAMOS EXCUSAS, y que nada nos detenga, dispongámonos a dejar nuestra zona de confort, nuestra comodidad, cobremos ánimo, en este nuevo año, veamos cada reto como la oportunidad de crecer, de progresar, de seguir aprendiendo, de extendernos en servicio, de ser ejemplo para otras.
Emprendamos lo que se nos está asignando, pidámosle a Dios Su dirección y guía, tengamos siempre un tiempo de oración y con una actitud humilde hagamos todo con excelencia sabiendo que cualquier tarea por muy grande o pequeña que sea es importante en Su reino, tiene un propósito y dará fruto en nuestra vida.
