Cada día nos encontramos con grandes retos, desde el momento en que nos levantamos de nuestra cama, cuando salimos a la calle, donde prevalece la ley del más fuerte, el egoísmo, la falta de interés por el prójimo, el ver quien llega primero. ¿Han observado a la gente? El estrés, el afán, los lleva a concentrarse en sí mismos, olvidando ver la necesidad del prójimo.
Filipenses 2:4 “4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” NVI
Servicio es el amor en acción y el servicio tiene que ser un resultado natural de la vida de una persona. Sin embargo, hay personas que llegan a un lugar y esperan ser servidas, y el mandato que Jesús nos da, de servirnos unas a otras es para todas. “Amar” es un verbo, es una acción, es lo que haces y lo que se tiene que hacer, es servir a otras con sinceridad, no de mala gana y sin esperar nada a cambio.
El cristianismo verdadero nos enseña a poner nuestra vida al servicio del prójimo por amor a Dios; por eso tenemos que unirnos y estimularnos en la práctica de toda buena obra, sin estimar los costos como lo hizo nuestro Señor Jesucristo.
Lo que hacemos cada una, afecta positiva o negativamente a las personas que tenemos a nuestro alrededor, familia, amigas, compañeras de trabajo, de estudio, etc. El servirnos unas a otras no debe ser la meta principal, sino el servir a Jesús, a través de ese servicio. Él es la fuente de gozo, por la cual puedes servirlo gozosamente. Cuando se sirve a Jesús, se hace desde el corazón, no es una carga, cuando nuestra convicción es esa, entonces no nos quejamos, un verdadero servicio trae satisfacción a tu vida y glorifica a Dios.
«Hijos míos, no solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.» 1 Juan 3:18 (PAR)

