Para la vida del ser humano, desde su creación, siempre ha existido un camino trazado, una brecha por donde andar para que cada uno alcance su destino y el propósito para el cual fuimos creados, Dios ofrece ser nuestro guía para el camino, sin embargo, la naturaleza del ser humano, busca atajos, veredas que parecen más fáciles y cortas que al final sólo nos hacen desviarnos con el riesgo de perdernos del camino de nuestro destino.
Caminar con Dios, comienza con una decisión, requiere fe, tiempo que debemos dedicar para conocerlo, estar en comunión e intimidad con Él todos los días, así haremos su voluntad y no la nuestra.
Proverbios 16:9 dice: “El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor.” NVI
Caminar con Dios no es una misión imposible pero si requiere atención a los detalles de nuestra vida espiritual. Si nuestro rumbo es hacia Dios, Él siempre estará allí para dirigir nuestros pasos.
Si caminamos con Dios seremos más útiles, produciremos más fruto el cual se hace real a través de nuestro servicio a Dios, a las mujeres con las que trabajamos y al prójimo.
Tomemos un tiempo para estar delante de Dios y meditemos en lo que expresa David en el Salmo 139:23-24: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.”
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