“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
1 Corintios 3:16
Cuando le permito al Señor morar en mi corazón, mi cuerpo se convierte en Su templo. Mi cuerpo es para el servicio del Señor, le pertenece a Él y debo cuidarlo.
Para algunas de nosotras puede parecer que salud y belleza no pueden ir de la mano, pues desde que somos niñas y hasta que llegamos a cierta edad, la salud queda de lado y nos importa más ser bellas, pero, conforme pasan los años nos llega a importar más la salud y llegamos a reconocer que la belleza se termina y la salud también.
La comida chatarra, contiene grasa, sodio y azúcares, se convierte en toxinas (tóxico, veneno). El cuerpo se enfrenta a la dificultad de deshacerse de estas toxinas. Los órganos se deterioran y es entonces cuando enfermedades traen destrucción al cuerpo. Hacer dieta en ese momento, o comenzar a cuidarse, se vuelve muy difícil.
Ejercitar el cuerpo no es tan complicado; por ejemplo: caminar, dejar el carro o la moto lejos del lugar a donde vamos, nos obliga a caminar otro poquito, también podríamos bajar y subir gradas en lugar del ascensor. Mantener el cuerpo en movimiento es necesario.
Es fundamental que tomemos la decisión de cuidar nuestra salud antes de que sea tarde, para Dios que hizo nuestro cuerpo con los órganos y funciones perfectos.
Una Nueva Mujer crece en espíritu y cuida también su cuerpo. Si no tienes dominio propio en dejar de comer lo que te hace daño, pídele a Dios que te ayude e inténtalo.

