
“La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres”. Proverbios 3:3-4 (BLA)
Quién de nosotras no quisiera contar con el favor de Dios siempre, y aún mejor, que siempre seamos personas que ante sus ojos hallemos gracia y favor, que hagamos sonreír a Dios. De seguro lo hacemos, Él nos ha amado y siempre nos amará, no importa lo que hagamos o dejemos de hacer.
La Biblia nos habla de cómo podemos obtener esa gracia y favor no sólo delante de Él, sino también delante de los que nos rodean. Desglosemos estos dos versículos para entender, y aplicar lo que el rey Salomón nos aconseja.
Cuando se habla de “misericordia” es importante conocer exactamente lo que esta palabra envuelve, según el diccionario, misericordia es la disposición a compadecerse de los males y miserias ajenas. Este sentimiento se manifiesta en amabilidad, en ayudar al necesitado, se expresa a través del perdón y la reconciliación. Es más que un sentimiento de simpatía, es una práctica. Como seguidoras de Cristo es importante saber que es uno de los principales atributos divinos.
Cuando el rey Salomón habla de que nunca nos alejemos de la “verdad”, la verdad que procede de Dios, que debe venir a formar parte de nosotras, exteriormente en nuestra conducta para que todos la vean como un adorno de la hermosura espiritual, e interiormente como tema de nuestra meditación personal para llegar a ser evidencia del nuevo pacto con nuestro Dios.
La misericordia es una actitud, y la verdad es el conocimiento de Dios y Su Palabra que se vuelve rema en nuestra vida, o sea la revelación específica de Dios para cada uno.
Cuando las mujeres atamos algo a nuestro cuello es para que sea visible a los ojos de todos los que nos rodean, deseamos que cuando nos colocamos un collar o una cadena con algún diseño bonito, nuestras amigas lo vean, esto es algo que queda visible el tiempo que nosotras decidamos. De la misma manera, la misericordia y la verdad, deben ser visibles todo el tiempo en nuestra vida, sin tener que conversar con alguien, el sólo hecho de estar presentes éstas dos cualidades en nuestra vida, se ven al instante. Esto posiblemente nos quiere decir el rey Salomón: “¡Vístete, muéstrate y modela estas cualidades!” y no para gloriarte tú, sino para mostrar la gloria de Dios a través de tu vida. Sé ejemplo de misericordia.
El favor de Dios se vuelve activo en tu vida cuando empiezas a ver una lluvia de abundantes e inigualables bendiciones, aunque pareciera que nada cambia, cuando estás obedeciendo a Dios, todo lo ves desde otra perspectiva, empiezas a percibir, a sentir y gozar ser agradable a sus ojos, por la decisión que tomaste, no sólo de entregarle tu vida, sino vivir cada día para Él, según Su voluntad y la guía del Espíritu Santo.
Como consecuencia de vivir obedeciendo a Dios, obtienes lo mismo pero ahora de los seres humanos, de las personas que te rodean, de tu familia, amigos, etc.
El obtener ese trabajo que deseabas, esa ayuda de las personas en situaciones que, aunque parezcan insignificantes, muestran el favor de Dios a tu vida, es Su gracia delante de ti, que te abre puertas, oportunidades y experiencias que jamás imaginaste vivir. Nunca dudes que el favor de Dios siempre te acompaña, por lo tanto, las personas podrán verlo en ti también, lo empiezas a modelar y la gente será atraída a ti para que tú puedas mostrarles a un Dios, que tiene para nosotras planes de bien, de esperanza, de amor y salvación eterna.
En la Biblia leemos: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”. Lucas 2:52
Busca la misericordia y la verdad día con día, vive estas verdades, no te avergüences de ser una embajadora de Su reino, créelo firmemente y aprópiate del título que Dios te ha concedido, Su favor, Su gracia, Su mano y sobretodo Su presencia te acompañarán y Él se gozará de ver tú corazón que siempre busca agradarle, servirle y amarle día con día.
